Cuando compré una propiedad en San Antonio vía al Rosario, hace tan solo cuatro años, el paisaje mostraba un hermoso bosque por los cuatro puntos cardinales, desde mi casa avizoraba un paisaje exuberante lleno de árboles, altos yarumos, palmas nativas y frondosos helechos; y en las mañanas me despertaba el cantar de las aves, especialmente las guacharacas.

Soy de las personas que piensa que, si uno se traslada de la ciudad al campo, por opción, no por necesidad, yo así lo decidí y vivo feliz en el campo, debe ser consecuente con el entorno; cuidarlo, mejorarlo, en lo posible adaptarse a lo natural; proteger el medio ambiente. Algunas personas llegan a acabar con la naturaleza y finalmente quieren convertir el campo en una ciudad lo que es un gran error.

Si se huye del estrés de la ciudad, si se quiere escapar de la contaminación citadina, si quiere tranquilidad, construya para disfrutar de un ambiente más amable y natural, cuidando de su entorno; conviértase en un guardabosque, ame, viva y disfrute la naturaleza. Debemos evitar construir en predios de menos de 2.500 metros, por calidad de vida, por evitar alta densidad poblacional, por insuficiencia de servicios públicos.

Es sabido por todos, que la energía eléctrica en la Buitrera es de regular calidad, debemos gestionar mejores servicios, pero sobre todo debemos evitar las conexiones ilegales que ponen en peligro a quien lo usa y deteriora la calidad del servicio para todos los usuarios de esta región.

Vale pena reflexionar: el campo que hoy habitamos, es el que dejamos a nuestros hijos.