Mujeres de La Buitrera

La señora Rosa de Toro de 94 años, muy conservada por cierto, nos recibe en su casa del callejón Cascabeles a donde llegó en 1965, con su marido don Manuel Toro (ya fallecido) y sus tres hijos de 1, 2 y 3 años, desplazados por la violencia, pues vivían en Sevilla, Valle.
Los primeros meses los vivieron cuidando las ruinas de una vivienda de propiedad de un alemán a la que, según dicen, la mujer le prendió fuego por encontrarlo con otra. Luego una buena vecina los llevó hacia lo que hoy es el callejón Cascabeles, y les mostró una franja de terreno alargada donde les sugirió que podrían instalarse. Allí construyeron un cambuche con sábanas y lo que tuvieron a mano.
Sin embargo, luego de unos días, apareció el supuesto propietario con el inspector de ese entonces, quien los citó para el día siguiente a la inspección; cita a la cual ninguno de los dos asistió. Así que, olvidado el asunto, poco a poco construyeron su casa y con el tiempo, legalizaron el terreno.
Luego de un año, don Manuel encontró trabajo con el municipio. Don Miguel Cepeda y su esposa doña Cecilia llegaron a la Buitrera en el año 1956, oriundos del departamento de Santander. Don Miguel llegó en calidad de agente de policía. Queriendo instalarse en el corregimiento, un amigo le mostró, por el km 5.5, unos ejidos donde construir. Allí se instalaron donde hoy es la finca Jericó; luego compraron el terreno siguiente y se quedaron definitivamente.
Con el tiempo, don Miguel fue minero en la compañía Anchicayá; este trabajo lo enfermó; se retiró e instaló su negocio de tienda, el cual también fue salón familiar donde los vecinos se reunían a departir.
Doña Gloria Barragán cuenta que su padre don Fidel era corresponsal de Radio Sutatenza, cadena radial colombiana que emitió programas educativos y culturales entre 1947 y 1989. A él le daban material didáctico para enseñar a los niños del sector sus primeros conocimientos escolares.
En esa época el agua para el consumo la cargaban de quebradas o del mismo río Meléndez, donde también se lavaba la ropa y donde iban con sus hijos quienes aprovechaban la mañana recreativa en el agua.
El primer acueducto llegó mucho más tarde, en los años 70, más o menos a la par con la red eléctrica, y era agua cruda de las quebradas que se volvía roja por la tierra arrastrada durante los grandes aguaceros.
Para la época, ya estaban aquí la familia Palomino y una señora de nombre Asunción, por el callejón Tabares.
Las primeras familias fueron Tabares, don Álvaro Muñoz Cuellar, quién prácticamente no vivió aquí pero aún sus descendientes poseen terrenos, don Astolfo Moreno, don Abelardo Gutiérrez y otros, que poco a poco fueron poblando este sector, por lo general ocupando terrenos ejidos legalizados posteriormente.

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