Definitivamente no tenemos suerte con la implementación de políticas de saneamiento en La Buitrera. Fácil no es, claro, pues el número de viviendas crece sin freno. Por increíble que parezca, hasta mediados de los años 90, aún nos bañábamos en el río Meléndez y en las quebradas en el territorio del PLAN CABECERA. En el año 2005, festejamos la construcción y puesta en operación del primer alcantarillado y primeras plantas de tratamiento (PTAR) en el PLAN y en PUEBLO NUEVO (El Crucero).
Era sobre todo importante para “sanear” algunos lotes densamente poblados como Girasoles y los Cerros por un lado y Crucero por otro lado. La alegría cedió sin embargo espacio a la perplejidad: ganamos, pero también perdimos. Si bien los costos de operación y mantenimiento eran muy razonables gracias a un diseño por gravedad y una gestión operativa eficiente por parte de Acuabuitrera, estas “PTAR” tenían un diseño burdo y generaban olores. Como mínimo, los vecinos hubieran debido ser indemnizados o serles otorgada la Cruz de Boyacá, por haber sacrificado su vida terrenal en pos del sanamiento de barrios aledaños.
Además, descubrimos que no eran una solución a la contaminación de nuestros ríos y quebradas, todo lo contrario: pues dejaban pasar la mitad de la carga orgánica, el 99% de los nutrientes, y más grave aún: el 98% de los patógenos. Así que a nadie se le ocurre hoy en día ir a nadar en el Meléndez, en el Lili o en nuestras quebradas del Crucero para abajo. Añoramos los “buenos viejos tiempos” de las viviendas dispersas y de los pozos ciegos, un invento campesino que merece ser rescatado, pues en fin de cuentas el suelo es el verdadero sistema de tratamiento del planeta tierra.
Por requisito de la CVC, ACUABUITRERA tenía que entregar en este mes de diciembre su PLAN DE SANEAMIENTO Y MANEJO DE VERTIDOS (PSMV) para el período 2023-2032. Hay que reconocer que ACUABUITRERA no tiene total autonomía de redacción, pues el Municipio, a través de la UAESP, está presionándola desde hace años para ejecutar presupuestos en alcantarillados, que son transferencias de la Nación para las zonas rurales de los municipios, y terminan siendo, en la práctica, fondos manejados por el alcalde de turno.
Tanto para la asignación de estas partidas presupuestales como para su diseño y ejecución, se están enfrentando dos cosmovisiones: la de los funcionarios “tecnócratas” de la ciudad y la de los habitantes de la ruralidad. Al final, los de la plata suelen ganar. A pesar de haber creado -con anticipación y buena visión- un Plan director (Plan Maestro) que recomendaba conectar el alcantarillado de Acuabuitrera al alcantarillado de Cali (o construir PTAR nuevas), ACUABUITRERA terminó entregando a la CVC un listado de actividades, un cronograma de ejecución y unos presupuestos dictados por la UAESP, quien es el ente municipal que maneja el presupuesto de la Nación.
El cronograma y presupuesto proponen:
A. Para Río Lili (El Plan): 2.150 M$ de inversión en alcantarillado a corto y mediano plazo y una mejora (optimización) de la PTAR del Plan por 1.200 M$. A sabiendas de: – la mala concepción de la PTAR del Plan – su carencia de vía pública de acceso vehicular (o peatonal)
- Su dimensionamiento insuficiente y eficiencia baja – su generación de olores y las tutelas y acciones populares que generó y sigue generando.
- El sinnúmero de contratos de “optimización” de los cuales ha sido objeto por parte de Secretaría de Salud y UAESP en los últimos 15 años (sin resultados) resulta difícil creer que, con un nuevo contrato por parte de la UAESP, esta PTAR vaya por fin a operar normalmente y para un caudal mayor, por lo cual una contaminación adicional del río Lili es muy probable B.
Para Río Meléndez (Pueblo Nuevo y “cuchilla” o “filo”): 2.600 M$ de inversión en alcantarillado a mediano plazo, la compra de un lote para una PTAR nueva a mediano plazo (3.000 M$ de una partida que aún no está asegurada) y la construcción de una PTAR nueva a largo plazo (4.000 M$). Considerando los antecedentes y la forma burda de contratación de las PTAR por parte del Municipio, todos dudamos que se consiga y se compre un lote para PTAR, se reciba licencia ambiental para su construcción, y funcione a satisfacción.
En el caso de que se lograse, pasarían de todos modos años entre la construcción del alcantarillado nuevo, previsto a mediano plazo, y la puesta en operación de la PTAR propuesta, años durante los cuales el agua residual llegaría directamente al río Meléndez A saber:
- Lo seguro: unas mega inversiones en alcantarillado. * Lo posible (según la fe que uno le tenga): contar en un segundo tiempo con sistemas de tratamiento de las aguas residuales (eficientes o no, con olores o no).
- Por lo tanto, en todos los casos, las obras propuestas llevarían a una contaminación masiva de las cuencas del Meléndez y del Lilí en una primera fase, esperando la posible concretización y éxito de una segunda fase.
- Este cronograma no es aceptable ni por la Comunidad ni por la CVC.
CONCLUSIONES:
- No es un Plan de Saneamiento del territorio, ya que no asegura el tratamiento de las aguas residuales.
- No considera el tratamiento individual ni “condominal” entre las soluciones de saneamiento, focalizándose únicamente en la solución “urbana” del alcantarillado.
- Se asigna un presupuesto por vivienda atendida anormalmente elevado, lo que puede generar sospecha.
- Focaliza la inversión en la ampliación del alcantarillado, dejando el tratamiento para etapas posteriores, lo que es premonitorio de un desastre ambiental para nuestros ríos.
¡Vaya decepción este plan de inversión aceptado por Acuabuitrera! Algunos lo catalogarían de “traición”. Esperemos que la CVC, encargada de velar por la conservación de los recursos naturales, tenga la madurez de replantearlo, incorporando el tratamiento descentralizado dentro de la solución “macro” y volteando el cronograma: primero el tratamiento y, una vez operando a satisfacción, la ampliación del alcantarillado.